Domingo de Ramos en Elche: palmas hechas arte universal
Se acerca la Semana Santa. El domingo 10 de abril es el Dia de Ramos, jornada en la que comienza en el mundo católico la tradicional y sagrada semana de Pasión, Crucifixión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Por orden cronológico el Domingo de Ramos es la primera escena o inicio de la Semana Santa y se conmemora, recuerda o celebra según los hechos que narra el Nuevo Testamento de la Biblia, la entrada triunfal en Jerusalén de Jesucristo a lomos de una burrita. Los evangelistas describen el recorrido como multitudinario, festivo, de gozo, de alabanzas y abarrotado de ramos de hojas de palmera (entonces eren verdes no amarillas como ahora) i ramas de olivo que eren agitadas en las manos por la gente allí congregada que aclamaba a su rabino mientras caminaba y entraba en la ciudad.
Esta entrada triunfante del Domingo de Ramos de Jesucristo junto al resto de días de Pasión, Crucifixión, Muerte y Resurrección configuraron la Semana Santa que el Vaticano instauró hace siglos y que hoy nos ha llegado por transmisión generacional. La forma de celebrar en el mundo católico el Domingo de Ramos ha sido durante siglos con ramas de olivo y hojas de palmera pero verdes y no amarillas o doradas como ahora. El color natural de las hojas de la palmera es el verde. El amarillo o dorado actual es consecuencia de un proceso de maduración-coloración (‘encaperusament’) que no se realiza en ningún otro sitio, solo en Elche. Por esto todas las palmas que salen en procesión el Domingo de Ramos en todos los países del mundo católico son de color amarillo o dorado y no verde: porque están maduradas, doradas en Elche y desde aquí se exportan al resto de Valencia, España, Europa (al Vaticano también), América…en definitiva, a todo el mundo.
Este sistema de maduración es único, exclusivo, autóctono, de la ciudad y campo de Elche. Es propiedad de los ilicitanos desde hace siglos y ha sido transmitido en les familias huertanas del término municipal ilicitano de padres a hijos, de generación en generación hasta la actualidad. Es un proceso nuestro, genuino, local y supone un símbolo de ilicitanismo y una seña de identidad, un hecho diferencial, una característica cultural propia que solo se hace aquí en la ciudad y campo de Elche. El motivo de esta exclusividad es la existencia más que milenaria de un extenso bosque de palmeras en Elche tan frondoso (en tiempos de Jaume I en 1265 las crónicas aseguraban que habían más de un millón de palmeras en Elche) originario de los fenicios y púnicos, conservado por los romanos y visigodo y potenciado, incrementado y conservado por los musulmanes que lo distribuyeron a base de huertos de forma rectangular y cuadrada y que hoy en día se mantiene tal y como los árabes nos lo dejaron como legado agrario, ecológico y paisajístico. Sin aquel palmeral, sin aquel bosque de palmeras no existiría el actual. Y sin el palmeral de hoy en día no existiría la palma dorada o amarilla y el Domingo de Ramos se celebraría sin palmas.
El color dorado o amarillo de la hoja de la palmera se consigue con el proceso de maduración-coloración conocido en el valenciano autóctono local que se habla en el campo de Elche (autentica lengua vernácula materna de los huertanos y palmeros ilicitanos) como ‘encaperusament’ y que se desarrolla desde finales de junio a finales de agosto. Palabra que deriva de “caperusa, capucha”.
El dorado de la palma o hoja de palmera se logra por el ocultamiento al sol de las unidades que forman las hojas de la palmera que se introducen dentro de una capucha o funda de ramas de palma llamado “vellet” o también en una funda de plástico. Esta ‘capucha’ es atada en hilos o cuerdas de cáñamo o esparto. I así se mantiene la palmera (la ausencia de luz solar impide la fotosíntesis haciendo que las palmas pierdan el color verde, se doren y se mantengan rectas) durante los meses de verano hasta la primavera, días antes de Semana Santa en que es destapa la ‘capucha’ viéndose que la hoja esta amarilla o dorada, y entonces se corta y se baja de la palmera. Hay que recordar que no todas las palmeras sirven para ser “encaperusades”, y que no todas las palmeras producen palmas amarillas o doradas. Como tampoco todas las palmeras dan dátiles. Los huertanos y palmeros ilicitanos seleccionan las mejores y más adecuadas palmeras para ser “encaperusades” para que den después las mejores y más bonitas palmas doradas o amarillas para el lucimiento del Domingo de Ramos de la Semana Santa. El criterio de selección es que primer se atarán las palmeras macho, a continuación las hembras que no dan dátiles o los dan de mala calidad, y por último todas aquellas palmeras (macho o hembra indistintamente) que nunca han sido atadas, “encaperusades”. Esta labor de subir a la palmera para atarla es la más peligrosa de las tareas del palmero. Es de grave riesgo por posibles caídas desde lo alto, ya que el palmero solo se sostiene por una cuerda a la cintura y los pies sobre el tronco.
El Domingo de Ramos, en la procesión, la gente más bien adulta lleva alargadas palmas amarillas o doradas que tienen dentro una vara recta y larga (los castellanohablantes les llaman erróneamente “palmas blancas” y no lo son, no son blancas sino de color amarillo o dorado, de un amarillo un poco más oscuro que el de los limones) y los niños y las mujeres llevan artesanales y ornamentales ramas o ramos trenzados a mano. Por esto hay dos modalidades de palmas de Domingo de Ramos: las planas y las rizadas. Las planas son las de vara, rectas, de palo que llevan los adultos (mayormente hombres) y las rizadas son las que llevan las mujeres y niñas y que son las más artísticas pues con ellas se forman ornamentos, figuras, símbolos, imágenes, etcétera.
Elche posee en torno a la palma de Domingo de Ramos una artesanía y una industria agraria-turística-comercial únicas en el mundo y por tanto ‘sui generis’, que son símbolo de ilicitanismo y signos de identidad a modo de ‘denominación de origen’.
El ramo artesanal rizado se confecciona trenzando, enlazando, encadenando a mano las hojas de palma (como si se hiciera cuerda de esparto o cáñamo) y dándoles formas geométricas, ornamentales, simbólicas, como estrellas, cruces, lunas, soles o la figura de la Patrona de Elche la Virgen de la Asunción. Se hacen verdaderas obras de arte.
Mención destacada merecen los espectaculares ramos trenzados que compiten en concurso y aquellos que se envían a personalidades de todo el mundo como presidentes de gobierno, primeros ministros, monarcas, jefes de estado (el Papa en el Vaticano lleva una palma dorada ilicitana el Domingo de Ramos).
Por tanto, el Domingo de Ramos ilicitano –procesión religiosa y artesanía junto a la celebración popular- es único en el mundo: más de cien mil ilicitanos llenan las calles de la ciudad ofreciendo una alfombra tupida de color debido a la numerosa cantidad de palmas.
Los turistas –sobre todo los extranjeros- se hartan a hacer fotos, se empapan de ilicitanismo, se maravillan de las excelencias de la ciudad y de su belleza –gracias a la promoción publicitaria desarrollada por la Oficina Municipal de Turismo – y gracias a la Declaración Internacional de Fiesta de Interés Turístico que ostenta nuestro Domingo de Ramos cien por cien ilicitano. Tomemos el ramo o la palma y demostremos en la calle nuestro ilicitanismo.
¡¡Viva la Palma Dorada Ilicitana!!
¡¡Viva el Domingo de Ramos Ilicitano!!
¡¡Viva Elche!!
Josep Esteve Rico Sogorb
Miembro correspondiente de l’Institut d’Estudis Valencians por Elche y Comarca
Investigador de la historia ilicitana